El proceso de convertirse en un profeta exige un riguroso trabajo sobre las midot personales y el perfeccionamiento de la observancia de las mitzvot (las 7 mitzvot de los Bené Nóaj, en el caso que nos ocupa). Estos requerimientos reflejan el eje mismo de lo que es la profecía: para poder acercarse a H’, uno debe imitar Sus atributos. E incluso en caso de cumplirse todo esto, es iniciativa divina conceder la profecía o no. ¿Cómo es posible que Bilaam HaRashá, el malvado, sea un profeta, teniendo en cuenta estas condiciones?